El año 1887 se publicó la novela “A Study in Scarlet”, relatando las aventuras y peripecias del detective más conocido y recordado en el mundo: Sherlock Holmes.
A pesar de los años que han pasado desde la aparición de este célebre investigador de crímenes; las repercusiones y efectos que han generado el relato de sus aventuras, han sido y seguirán siendo un constante aliciente para los amantes de las ciencias criminalísticas y los estudiosos del fenómeno delictual.
La ciencia de la deducción, de la que Holmes fue creador, basa sus métodos en los principios más fundamentales de la lógica y el raciocinio científico; los principales atributos del detective emergían de dicho aspecto. Sherlock se reconocía inteligente, pero no el más, sino que por el contrario, mayor estimación le atribuía a su temperamento a prueba de todo y a su persistente actitud enérgica para buscar indicios, relacionarlos con los diferentes testimonios y con las inspecciones de diversos escenarios del crimen.
Como una suerte de Julio Verne de la narrativa policial, Sir Arthur Conan Doyle, genio creador del detective consultor, instaló en la sociedad inglesa, y sobre todo en el ambiente policial de la época, la meridiana y fundamental relevancia de acudir a mecanismos y técnicas científicas en auxilio de la investigación policial, y así su notable investigador de misterios criminales se desenvolvía sutil y sagazmente en aquellos tiempos, sin embargo, si Sherlock Holmes viviera hoy, si se moviera entre nosotros, de manera natural y corriente, como un ciudadano más… ¿cómo operaría?
Dependiendo de los ingenios y diferentes ensoñaciones literarias que podrían resultar de tal ejercicio reflexivo, podríamos encontrar un Holmes de mil caras, gestos y actitudes distintas, pero si centráramos esas formulaciones a partir de las características más importantes de su personalidad, seguro nos encontraríamos con que el Holmes de hoy, sería un estereotipo del detective de la actualidad; y es que los caracteres más esenciales de su temperamento, encuentran lugar en la definición de los actuales investigadores profesionales.
Este aspecto tal vez, sea la virtud más sorprendente de Conan Doyle, crear hace más 120 años un prototipo de investigador policial, totalmente válido en el actual y moderno sistema de persecución penal.
Chile ha seguido dicha tradición, los detectives nacionales se forman y rigen sus carreras a partir de principios similares, la observación reflexiva, identificación de indicios, relación de evidencia física con diferentes testimonios y el carácter enérgico en la búsqueda de la solución al problema policial, son sus características trascendentales, las que sin lugar a dudas, tendría el Sherlock del siglo XXI.
es cierto, el detective Holmes creado hace 120 años podría encontrarse hoy en la acualidad.
ResponderEliminarNosotro hemos creado el blog http://lahuella-delcrimen.blogspot.com/ sobre asesinos en serie. ¿Crees que Holmes también sería capaz de solucionar los casos de este tipo de asesinos?
Por ejemplo, Jack el Destripador nunca fue descubierto (si partimos de la idea que fue una sola persona y no un grupo, según se rumorea) ¿crees que Holmes lo encontraría?
Felicidades por tu blog desde http://lahuella-delcrimen.blogspot.com/
Gracias por los comentarios... soy fanático de Sherlock, y bajo dicha perspectiva estoy seguro que lo resolvería...
ResponderEliminarDe hecho ya hay algunas versiones de TV plantean un Sherlock capaz de solucionar homicidios seriales, y si lo pensamos bien, resulta lógico creer que con elementos comunes de varios casos, Sherlock Holmes tendría demasiado material para determinar la solución de los diversos crímenes. No olvidar que en sus libros sólo le basta con un caso, pensar toda la noche y dar con la hipótesis.
Aclaro, soy fans de Sherlock.